BIENESTAR
TU ESTILO
DE VIDA
marcará la diferencia entre vivir y haber vivido.
Hablar sobre la cuarentena, es tocar un tema que marcó la vida de todos. Durante el tiempo de confinamiento, muchos logramos hacer un cambio en hábitos alimenticios, nos propusimos hacer más actividad física, procuramos adoptar nuevos hábitos de cuidado personal, experimentamos con nuestras capacidades culinarias pero, esto no fue así para todos. La cuarentena se asoció con estrés y depresión. Aislarnos de familiares, amigos y rutinas cotidianas, causó modificaciones en nuestra dieta habitual haciéndola menos saludable y propiciando una menor actividad física. La verdadera cuestión es, ahora que empezamos una nueva normalidad, ¿qué sucederá con los hábitos que adquirimos en los últimos meses?
El aislamiento social y la soledad están relacionados con un riesgo alto de mortalidad y desarrollo de enfermedades crónicas importantes (enfermedades cardiovasculares principalmente). La ansiedad, inquietud y la ira son emociones que comúnmente acompañan el estrés generado por estas situaciones. La respuesta al estrés, se relaciona a un alto consumo de alcohol, tabaco, azucares refinados y/o grasas. El efecto que tienen las ansias por comer carbohidratos refinados, recae sobre el estado anímico, el cual, se ve estimulado de manera positiva.
Recientes estudios, han demostrado que el estrés post-cuarentena, viene acompañado de un trastorno de sueño. Este es asociado al aumento de ansiedad por comer y beber más de la cuenta. Denota un término llamado “hambre emocional”. Esto es una experiencia multidimensional, pues incluye aspectos cognitivos (pensar en la comida), emocionales (deseo de comerlo), conductuales (buscar y consumir el alimento) y fisiológicos (salivación). Lo más oportuno cuando se vivencia esta sensación, es tomar conciencia de que si es momentáneo, influenciado por la situación que estamos viviendo o si es una necesidad fisiológica real. Cuando es tan selectivo y compulsivo el deseo de ese alimento, guarda la calma, analiza la raíz de ese antojo y tómalo con tranquilidad, pasará.
Nuestro principal escudo ante la pandemia es nuestro sistema inmunológico. El cual se nutre de la alimentación que le hemos dado. Si recibe alimentos pobres en nutrientes, este será débil y se verá amenazado por el ambiente que lo rodea. En cambio, si lo llenas de una alimentación adecuada, balanceada, suficiente y además, lo estimulas con una vida activa, reaccionará protegiéndote de cualquier agente externo que amenace tu salud.
La clave para mantener un sistema inmune eficaz es evitar las deficiencias nutricionales que juegan un papel esencial en la expresión funcional de las células inmunes. Los nutrientes por excelencia que van a influir mayormente en tu inmunidad ante las enfermedades son el hierro, zinc, magnesio y vitaminas A, D, E, C, B6 y B12.
Lo más valioso que tenemos es la salud, y está en nuestras manos la forma en que elegimos vivir nuestra vida. No nos dejemos para mañana, nutrir nuestro templo es la mejor inversión, pues es el único hogar que tenemos.